
Cuando llegué a Berlín por primera vez, fue el mar ese abismo. Entre algunos amigos el salto se vuelve peligroso. Entre alguna familia el salto tiene forma de terrorismo. Pero entre dos amantes el salto es necesario. No se puede salir andando sin sacar el primer pies hacia adelante. Para que alguna persona llege a la otra orilla, necesitará primero saber como llegar. Conozco una historia sobre un chico que quiso saltar muy lejos, cuando llegó al otro extremo miró hacía atrás y tembló hasta que se desmayó, desgraciadamente sobre las espinas. Al otro día, se vió el cuerpo agujereado y lloró tanto aquella mañana que se decepcionó de sí mismo. Se había creido tan fuerte! La debilidad le hizo habrir los ojos otra vez al pasado y recordar donde estuvo una vez antes de olvidar al corazón. Lo había dejado ir, o él se había escapado.
El resultado de un secuestro voluntario es, que se pierde el hilo del por qué un secuestro. El abismo entre dos por qués es simple, pero infinito. Como simplificar lo infinito? Pues, no se piensa en ello. Vivimos condenados a dejarnos controlar por un reloj. El tiempo siempre estuvo, está y estará también controlado, pero no muere.
Otro abismo es ese entre las generaciones, es un espacio de tiempo demaciado saturado con noticias, eventos, juegos, política, música....Como comprender a un padre, si no se sabrá nunca a ciencia cierta que fue vivir aquella juventud, digamos, en los años cuarenta? Nos comprenderán nuestros hijos? Espero que sí, pero no hay muchas pruebas positivas sobre el asunto.
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