Quién soy yo?
Hay una pregunta que muerde, aunque no ensenye los dientes, no esconde palabras, quiere decir que quiero tratando de sobrevivir sobrevolar el mundo sin alas.
Nunca quise tocar el sol ni quemar mis manos, no corrí hasta el dolor por besar lo santo.
Dame agua pa beber, dame viento y sopla fuerte, dejará de llover, las tormetas no están presentes.
La meteorología filosófica se equivocó esta vez, tiene un ojo derecho rojo y al izquierdo lo torturan algunos rayos de sol, que son puros fados del milienio, el que se fué y nos dejó todo el resto, no del tiempo sin remedio, sino la desgracia de lo opuesto, la verdad tan escondida, la oscura parte de la vida.
El recuerdo que recuerdo y desde ahora es un acuerdo, hará un nuevo muro para la envidía de aquellos que no quieren ver, se esconden para parecer nuevos perros vigilantes de un imperio, de un amante, de un cachorro sin conciencia, siguiendo todos los pasos de un padre nuestro invisible.
Santa María no te acabes, dame luz del mediodía, la más tierna, la que brilla y me deja ciego por un momento.
No tengo un por qué y lo siento, pero tengo años de por vida.
Hay una respuesta que ataca queriendo saber de trampas, para eliminarlas del juego, sin pausas, pero con miedo, comiendo del pan que me salva.
Hay un problema en el aire que viene de vez en cuando a mis sueños. Es como un futuro muy incierto, muy lejos de los de disney.
No tiene forma de cisne, ni de ciervo, ni da la pena.
La sangre que corre por mis venas, es la misma que la de aquella que vende periódicos en la esquina o los reparte a la seis de la madrugada seguida.
Las miradas se comen vivas y los cuerpos se maltratan.
Tomo aire y miro el tren que regresa de la ida o de la vuelta al revés en círculos por una vía, como del acero en algunas cabezas mal pensadas llamadas pensadores delincuentes, ladrones de la calma.
Hay una pregunta que muerde, aunque no ensenye los dientes, no esconde palabras, quiere decir que quiero tratando de sobrevivir sobrevolar el mundo sin alas.
Nunca quise tocar el sol ni quemar mis manos, no corrí hasta el dolor por besar lo santo.
Dame agua pa beber, dame viento y sopla fuerte, dejará de llover, las tormetas no están presentes.
La meteorología filosófica se equivocó esta vez, tiene un ojo derecho rojo y al izquierdo lo torturan algunos rayos de sol, que son puros fados del milienio, el que se fué y nos dejó todo el resto, no del tiempo sin remedio, sino la desgracia de lo opuesto, la verdad tan escondida, la oscura parte de la vida.
El recuerdo que recuerdo y desde ahora es un acuerdo, hará un nuevo muro para la envidía de aquellos que no quieren ver, se esconden para parecer nuevos perros vigilantes de un imperio, de un amante, de un cachorro sin conciencia, siguiendo todos los pasos de un padre nuestro invisible.
Santa María no te acabes, dame luz del mediodía, la más tierna, la que brilla y me deja ciego por un momento.
No tengo un por qué y lo siento, pero tengo años de por vida.
Hay una respuesta que ataca queriendo saber de trampas, para eliminarlas del juego, sin pausas, pero con miedo, comiendo del pan que me salva.
Hay un problema en el aire que viene de vez en cuando a mis sueños. Es como un futuro muy incierto, muy lejos de los de disney.
No tiene forma de cisne, ni de ciervo, ni da la pena.
La sangre que corre por mis venas, es la misma que la de aquella que vende periódicos en la esquina o los reparte a la seis de la madrugada seguida.
Las miradas se comen vivas y los cuerpos se maltratan.
Tomo aire y miro el tren que regresa de la ida o de la vuelta al revés en círculos por una vía, como del acero en algunas cabezas mal pensadas llamadas pensadores delincuentes, ladrones de la calma.
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